lunes, 5 de septiembre de 2016

Bogotá

Llegamos a Bogotá, la antigua Bacatá de los muiscas, el viernes 2 de septiembre para pasar el fin de semana antes de volar el lunes por la tarde a Quito. Es una ciudad muy interesante, muy alargada y extensa, con 8 millones de habitantes , a una altitud de casi 3000 metros y flanqueada por dos cerros visibles desde cualquier punto. Está, creo yo, claramente dividida en dos zonas bien diferenciadas: el casco histórico, La Candelaria, y la zona moderna, que se extiende ampliamente hacia el norte. Por el día, la parte antigua es perfectamente segura, se puede caminar sin problemas, hay mucho ambiente en el fin de semana y todavía conserva algo de su pasado colonial. Necesita, de todos modos, una manita de limpieza. Aquí están, además, los museos más interesantes, el Museo Botero, el Museo del Florero, dedicado a la independencia del país, el Museo de Moneda y el espectacular Museo del Oro. Nunca hemos visto tanto oro prehispánico concentrado en un mismo sitio. Es imprescindible visitarlo para entender la leyenda de El Dorado y la fascinación de los españoles ante una tierra tan rica en materias primas, sobre todo oro y Esmeraldas, que se pueden contemplar tranquilamente en un montón de joyerías. Qué pena que se nos salgan del presupuesto! 
Hay, además, para mí, otros tres sitios con un especial valor afectivo. Los tres están relacionados con García Márquez, como no podía ser de otra manera. El primero es el cruce de la carrera séptima con la calle 13 o Avenida Jiménez, donde se encuentra la preciosa iglesia de San Francisco. García Márquez alude constantemente a este sitio en sus memorias, pues en sus años de juventud este era el centro neurálgico de la ciudad. El segundo es el ex convento de Santa Clara, con una iglesia que muchos turistas pasan por alto, pero que conserva en su interior una riqueza de obras pictóricas barrocas impresionantes. Estoy segura de que esta es la iglesia en la que Gabo se inspiró para escribir Del amor y otros demonios -aseguraría que hasta la nombra-, aunque busqué por todos lados la tumba de Sierva María y no la encontré. Seguro que fue porque no me fijé bien. Y el tercero es el Centro Cultural García Márquez, que me dio un poco de pena, porque del autor lo único que tiene es el nombre. Punto y final. En todo el viaje por Colombia he tenido la impresión de que el país no le ha perdonado al autor que se marchará a vivir fuera y que tuviera una posición tan crítica con la situación nacional. Así somos los humanos. Así es que yo no me he cansado de recordarles a los colombianos, siempre que he podido, que tienen al mejor escritor en español del siglo XX, viviera donde viviera. En los tres sitios yo disfruté muchísimo. 
No obstante, para alojarnos elegimos la zona moderna, porque por el casco histórico es imposible salir de noche, y para sustos, los precisos. Hemos estado en un apartamento en la popular carrera séptima, en casa de Andrés y Mario (airbnb), unos maravillosos anfitriones con quienes hemos tenido el lujo de poder conversar largo y tendido acerca de los retos que el país tiene ahora mismo planteados. Estaréis al tanto de la firma de los tratados de paz, supongo. Ese asunto es el que tiene ahora dividido al país, pues la gente que más ha sufrido es a la que más le cuesta perdonar -de eso España también sabe algo- y el 2 de octubre se celebrará un plebiscito en el que la población dará un sí o un no a las gestiones del presidente Santos. Veremos qué pasa. Hemos visto manifestaciones multitudinarias pidiendo el sí, pero solo de pensar en el Brexit se nos pone la piel de gallina. Ojalá todo salga bien y este país pueda empezar a vivir en paz y a abrirse al turismo. Lo necesita. 
Otro aspecto muy curioso de Bogotá es su arquitectura moderna. En toda la zona norte, a partir de donde nosotros estamos, conviven modernos edificios de cristal, acero y ladrillo, muy innovadores, con zonas residenciales de casitas bajas estilo inglés, una mezcla muy agradable y sorprendente. Toda esta zona hasta el barrio de Usaquen, que es lo más al norte que hemos llegando caminando, con su encantador mercado de las pulgas del domingo, es segura incluso por la noche, así es que habrá que ir cambiando algunos de los muchos prejuicios que tenemos sobre la ciudad. 
Dos cosas más para terminar: hemos probado dos platos típicamente colombianos, el ajiaco, un guiso con varios tipos de patatas, pollo, maíz y alcaparras, riquísimo; y el más popular tentempié de Bogotá: el chocolate caliente con queso. Sorprendente ¿no? Claro, que el queso no es el espectacular manchego que nos trae Isabel Ródenas de su tierra. Por eso la combinación resulta muy sabrosa. Además, como nos quedaba muy cerca la zona Gourmet, nos hemos dado un festín comiendo en un restaurante gallego: tortilla de Betanzos, pescado y albariño. Una maravilla. 
Ya termino: si cuando vengáis a Bogotá Andrés no tiene sitio en su casa, siempre tenéis la posibilidad de quedaros en el maravilloso hostel boutique que acaban de abrir. Se llama HOBU y les hago pública ciudad porque es de justicia. 
Y nada más. Esta tarde a Quito. Ecuador será el quinto país que visitemos y el sexto que pisemos. ¡Qué vértigo! 







8 comentarios:

  1. Hooola
    Ya de vuelta en Cáceres -y, por tanto, con internete- me alegra mucho poder leer vuestros relatos (me iré poniendo al día con los atrasados)
    Parece interesante Colombia, al menos por lo que contáis tan bien y nos alegramos de que estéis disfrutando vuestro viaje; os echaremos de menos en los coles
    Un abrazo para los dos

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  2. ¡Vamos animad ese tratado de PAZ! y así nunca olvidareis el año que se produjo y diréis "fue en el 2016, estábamos nosotros allí".

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  3. Hola, viajeros:
    Me está encantando vuestro cuaderno de viaje digital. Desde que tengo acceso a internet no he podido dejar de leer todo lo publicado. Me gusta mucho cómo lo estáis contando!!!! Muchas gracias por compartirlo. Seguid disfrutando de vuestro sueño. Un besazo enorme.

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  4. Gracias, amigos, por leernos y escribirnos. Ayer llegamos a Quito. La parte colonial es preciosa pero el clima... Casi no vemos el sol. Tenemos las nubes encima del cogote, pero así, literalmente. Aquí ya es temporada baja y no hay casi nada de turismo. Se siente la soledad pero bien, así es que es una maravilla poder estar comunicados. Y si, lo que hemos visto de Colombia nos ha encantado. Un país para volver. Abrazos!

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  5. Qué maravilla de cuaderno chicos, parece que está una ahí mismo !!!!! Estoy enganchaita jejejeje. Gracias por acercarnos a la cultura y a la vida social y política de aquellos países por los que pasáis !!!!! Esperamos más . Un abrazo . Gracias a la tecnología estamos un poco más cerca .

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  6. Claro que sí, Juani. Qué distinto está siendo este viaje de los anteriores. Cuando fuimos a Vietnam, yo no tenía ni Whatsapp. Y ahora os tenemos a todos ahí al ladito. Es una maravilla. Gracias por seguirnos. Muchos besos.

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  7. He leído el blog como una novela porque solo tuve acceso a las primeras entradas. Apasionante relato maravillosamente ilustrado, qué emoción poder compartir la experiencia alucinante con tanto detalle y cercanía ¡¡¡parece que os estoy viendo y escuchando allí!!! las gentes, el colorido, los olores y sabores...la realidad social y los problemas.
    Y qué decir del recorrido por nuestra educación cultural y sentimental: Frida, Botero, estaba deseando leer lo que teníais que decir de Gabo, qué bonito. Y qué pena que no sepan en general trascender de la pura anécdota a lo que de verdad es inmortal. Cómo me habría gustado buscar con vosotros la tumba se Sierva María...En fin, que está siendo precioso acompañaros en la aventura. Gracias por vuestra generosidad al compartirlo ¡y de qué modo! muy bien hecho, seguid, por favor. Un abrazo fuerte. Os quiero.

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  8. Ángela, cómo me alegra que por fin hayas podido publicar en el blog. Muchísimas gracias por tu comentario, aunque está claro que el mérito no está solo en el emisor sino también en el receptor. Estoy segura de que si somos capaces de transmitir algo de lo que vivimos es por la afinidad que tenemos con quienes nos leéis. Me ha encantado lo de leer el blog como una novela. Y en cuanto a lo de Gabo, me acordé mucho de ti y de Lola en todo momento. Aunque hay tan poca huella suya, yo me acordaba un montón de él y de su obra. Parecía que fuera a aparecer caminando por la carrera séptima en cualquier momento. Un abrazo muy grande.

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