domingo, 4 de septiembre de 2016

El eje cafetero de Colombia: Salento y el Valle de Cocora.

Cuando nos contaron que en Colombia la gente se desplaza poco en autobús y muchísimo en avión nos costó bastante creerlo y pensamos que no sería para tanto. Pero cuando tardamos diez horas en viajar de Medellín a Salento, en el centro del eje cafetero del país, por una carretera que era una pura curva continua y a una velocidad media de 45 kilómetros por hora, entendimos perfectamente el porqué. Hay que entender que la mayor concentración de núcleos habitados se da, además de en la costa, a lo largo de la Cordillera de los Andes. Y otra cosa: Colombia cuenta con una línea aérea de bajo coste y con muchos aeropuertos en ciudades medias. Ahora se explica todo. Ahora que, si no lo haces en autobús, te pierdes la primera visión que nosotros tuvimos de la exuberante vegetación y el maravilloso paisaje de montaña de Colombia. Lo que más me llamó la atención del paisaje fue la curiosa mezcla de bambú con palmeras, cafetales y plataneras, cubriendo las montañas hasta la cima. Espectacular. 
Salento merece una visita por sí mismo, porque es un precioso pueblecito, tranquilo, con sus bares de pueblo, sus casas pintadas de vivos colores... Y te da la oportunidad de tocar la Colombia rural, tan escindida en sus modos de vida y costumbres de las grandes ciudades como Medellín o Bogotá. Después de tanta precaución y de tanto no sacar el móvil por si te lo roban y de tanto estar precavidos, llegar a Salento fue un auténtico descanso mental. Era 31 de agosto y nos acordamos un montón de todos los amigos y compañeros que empezabais a trabajar al día siguiente. Hasta este momento no habíamos sido muy conscientes de lo que suponía tener tres meses más por delante para viajar. Vamos, que era real. 
Pero lo más interesante de venir a Salento es visitar en una excursión a pie el Valle de Cocora, que tiene unos paisajes de montaña impresionantes, -se llega a 2900 metros de altitud- y tiene muchísimos ejemplares del árbol nacional: la palma de cera. Ahora las veréis en las fotos. Son preciosas. Parecen fragilísimas, tan altas y con el tronco tan delgado, pero son increíblemente resistentes. Te dicen que la excursión, que puedes hacer sin guía, totalmente por tu cuenta, recorre unos 10 kilómetros y se hace en 5 horas. Pero la realidad es que son 15 kilómetros y sí, se puede hacer en cinco horas si te das prisa a la vuelta para coger a tiempo el Jeep que te devuelva a Salento. Es una excursión de medio día absolutamente imprescindible si estás en Colombia. El paisaje tiene de todo: es un valle abierto al principio, con terrenos cultivados para ganado y con las primeras palmeras. Luego se va cerrando y va cambiando la vegetación: zonas más boscosas, con un camino que discurre al lado de un río que se va haciendo cada vez más bravo, seis puentes colgantes, bosque nuboso, una zona de especial protección de aves, entre ellas muchos colibríes... La parte más dura es la subida a la montaña, 800 metros de empina disipa cuesta que te rompe las piernas ya del todo. Pero desde arriba el espectáculo que ofrecen las palmas de cera es impagable. Realmente bonito y muy diferente de lo nuestro. Por un momento se te olvida el dolor de piernas, aunque vuelven a cobrar total protagonismo en cuanto te levantas de la mesa, después de tomar una suculenta trucha al carbón con patacones, el plato estrella de la zona. 
Por último, no quiero dejar de deciros que, a pesar de estar en la zona cafetera y de la publicidad que tiene en el exterior el café colombiano, en Colombia es difícil tomar un buen café. Primero, por la manera de hacerlo, a goteo, algo así como nuestro antiguo café de puchero pero más aguado; y segundo, porque prácticamente todo el café se importa. En Colombia es un producto de lujo y resulta caro para la mayoría de los colombianos, algo que hemos podido comprobar también de la misma manera en países como Guatemala o México, donde es imposible tomar otra cosa que no sea Nescafé.  Tener apartamentos de vez en cuando te da la posibilidad de prepararte un buen café comprándolo en el supermercado, aunque en México, por ejemplo, estaba en vitrinas cerradas con llave, junto al ron y a todas las bebidas caras. Menos mal que en Colombia está la cadena Juan Valdez, ¡por fin un café en condiciones!











4 comentarios:

  1. Esas fotos son maravillosas. Julio, se te ve feliz;).
    Imagino que es imponente ese paisaje con esa exuberancia y esas palmeras tan elegantes. ¡Que gozada tiene que ser!
    Leyendo este verano "En la orilla" de Rafael Chirbes, Liliana el personaje de una mujer colombiana hablaba de su tierra y del paisaje colombiano y de las palmas de cera, me ha resultado curioso verlas ahora en esas fotos tan bonitas.
    Coro, ¿no será casualidad que siempre llevas un atuendo acorde con los colores en los que te haces las fotos? llevas un equipaje pequeño pero versátil.
    Besos y más besos.

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  2. Me parto! Pero si siempre estoy con las mismas tres camisetas! Ahora que las pienso tirar en cuanto lleguemos a la mitad del viaje y ponerme las otras tres! El valle de Cocora ha sido precioso. Qué casualidad lo de Chirbes! Me lo tengo que leer sin falta! Un abrazo muy grande!

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  3. Espectacular el paisaje !!!!! Uffff lo que habrá sido en directo... Ahhhh!!!!! Coincido con Chus en que se os ve felices y a Corito sencilla a la par que elegante con su mini equipaje. Jejejeje !! . Besazo . Seguid disfrutando .

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  4. Gracias por los piropos, amigas. Pronto empezaréis a ver las otras camisetas. Jjjjjjj. Un abrazo.

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