sábado, 10 de septiembre de 2016

Quito y Otavalo, primeros pasos en Ecuador.

Cuando escribí la entrada de Bogotá, me olvidé de hablar de un aspecto que va a ser fundamental una vez que hemos dejado Centroamérica y hemos empezado a bajar por el continente. Me refiero al clima. En Bogotá siempre hay el mismo clima, durante todo el año, no hay estaciones o, mejor dicho, durante un día se pueden suceder las cuatro estaciones: te levantas con un sol espléndido, luego se nubla, después se levanta viento, vuelve a salir el sol, luego llueve y, finalmente, por la noche, hace frío. Así un día tras otro. Es un lío enorme con la ropa, pues vamos con varias capas que nos vamos quitando y poniendo continuamente. Y también es un jaleo incluso psicológico, con lo importante y marcado que es para nosotros el paso de las estaciones, ¿verdad? Bueno, pues en Quito esto se da igual, no en vano las dos capitales están prácticamente a la misma altura, a casi tres mil metros. Nos han explicado que ahora mismo estamos en el paso del verano al invierno. Eso significa que ahora está empezando a llover algo, pero no hay más diferencias entre una estación y otra. Así es que Quito nos recibió con lluvia, frío, humedad y un color gris persistente. ¡Qué difícil es que el clima no te afecte en tu percepción y vivencia de una ciudad! Tiene un casco histórico colonial maravilloso, de los primeros que recibieron el título de Patrimonio Mundial de la Unesco. Domina en las fachadas el color blanco de la cal y la piedra gris, color acentuado por el tono del cielo y las nubes que aparecen sobre las once de la mañana, ocultando los escasos rayos de sol muy tempraneros. A mí todo me pareció triste, como dominado por una melancolía que se me parecía mucho a la impresión que a veces nos dan las ciudades portuguesas. 
La riqueza de sus iglesias y palacios es enorme. Destacan las iglesias y monasterios de San Francisco y Santo Domingo, de un barroco recargadísimo, pero se lleva la palma la iglesia de la Compañía, decorada en un estilo barroco mezclado con mudéjar impresionante. En fin, que necesitas como mínimo una mañana para disfrutar algo de la parte colonial y una tarde más para vivir el ritmo cotidiano de los quiteños, que hacen su vida sin fijarse para nada en los escasos turistas, como si no existiéramos, lo cual se agradece. Solo se nos presta algo de atención en la visita al Palacio Presidencial, en la Plaza Grande, junto a la Catedral. El recorrido tiene como objetivo realzar la figura del Presidente Correa y presentarlo como el primer mandatario que ha abierto el palacio al público y que ha expuesto y dejado en él, pues pertenecen a todos los ecuatorianos, todos los regalos recibidos durante su mandato. Además, se había llevado a cabo una "Subasta para el pueblo" de todas las joyas y regalos personales que él, su mujer y sus ministros habían recibido en las visitas oficiales. El dinero recaudado iba dirigido a los afectados por el el terremoto de meses atrás. Parece que Correa ha iniciado reformas constitucionales encaminadas a lograr mejoras sociales. Veremos qué ocurre, porque tiene mucho donde poner las manos. 
El segundo día completo en Quito lo dedicamos a dos actividades: primero, subimos en teleférico a la base del volcán Pichincha, a 4100 metros. Las vistas de Quito son impresionantes, extendida a lo largo de quebradas y desniveles, dividida por cerros y montes escarpados y con los volcanes al fondo: 
el Cayambe, el Cotopaxi y el Pichincha, que parece que está ahí al lado. Después vamos a visitar el legado del pintor ecuatoriano de mayor fama internacional: Guayasamín. Su estilo tan marcadamente expresionista nunca me ha producido una experiencia estética gozosa, pero me parecía una aberración  estar aquí y no aprovechar la ocasión para conocerlo más y entender mejor su obra. Y estoy contentísima: su último proyecto, la Capilla del Hombre, me parece un hermosísimo homenaje al ser humano, el núcleo de los desvelos y las preocupaciones de este pintor que quiso dejar constancia de una manera tan impactante del sufrimiento humano. La visita a su estudio fue una gozada. Solo pudimos hacernos una foto, especialmente pensando en María Jesús. Espero que le guste. 
El día 8 nos vinimos a Otavalo, al norte de Quito, disfrutando en el camino del paisaje bordeado de volcanes y del sol, que por fin salió y nos disparó las endorfinas. Es un pueblo muy agradable, más cercano y amistoso que Quito, y con mucha población indígena. Cómo nos hemos acordado de la cantidad de otavaleños que van a la feria de Cáceres o al WOMAD... Para ellos el día de fiesta se celebra los sábados, cuando todos los habitantes de los pueblos y aldeas cercanos vienen a Otavalo para el mercado semanal. Las calles son un hervidero de gente que compra y vende de todo: ropa, comida, artesanía... Y animales. El mercado de animales es digno de ver: se venden desde gallos de pelea hasta cuyes, conejos, ovejas, vacas y muchísimos cerdos. Todo el mundo va con un gallo o una gallina en la mano. Los tratos para hacer negocios son continuos. La impresión de haber regresado muchos años atrás en el tiempo también lo es. 
Desde Otavalo se pueden hacer muchas excursiones a los alrededores. Nosotros hicimos una marcha caminando por el cráter de la laguna Cuicocha, una preciosa caminata de cuatro horas en derredor de la cima de un volcán extinguido con unas vistas impresionantes de la laguna con sus dos islas. Nos hizo, además, un día precioso, con bastante viento en la cima del cráter, y con un sol espléndido que quemaba. Aquí todo es así de intenso: o te pelas de frío o te abrasas. Es lo que tiene estar en la mitad del mundo. 












10 comentarios:

  1. ¿Qué tal estáis? Acabo de ver un documental del famoso naturalista David Attenborough sobre las Islas Galápagos, he ido a vuestro blog y resulta que acabáis de entrar en Ecuador, ¿las vais a visitar? Puede ser de interés comprobar la drástica disminución de las poblaciones de iguana durante la corriente de El Niño bajo cuya influencia estamos ahora. Son espectaculares los bosques de diente de león gigante (escalesia) en la isla de Sta. Cruz. A ver tuvierais suerte en poder avistar ejemplares de tiburón ballena, por cierto es un misterio por qué se acercan a estas islas ya que no lo hacen, al parecer, ni por el alimento ni para criar. Y por supuesto, las famosas tortugas gigante de las que llegó a haber hasta 15 especies diferentes, unas fotos a su lado serían muy simpáticas. Un abrazo.

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  2. Juan, gracias por leernos y por escribir al blog. El día 17 volamos desde Guayaquil hasta Galápagos. Pasaremos allí 14 días. A ver qué nos encontramos, porque han pasado muchísimos años desde que estuve la primera vez. Os tendré al corriente. Gracias por tus sugerencias. Un abrazo. Julio

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  3. Es gracioso como puede afectarnos el cambio en el clima, es cierto que para nosotros empieza el calor o empieza el frio y tenemos la ropa de verano separada de la de invierno, pero no es así en todas partes. Sé de alguien que estaría muy entretenido haciendo los cálculos de la hora en la que habría que ponerse la cazadora y volvérsela a quitar.
    Gracias por esa foto dedicada, a mi me gusta. Guayasamín, sus personajes tan desgarrados, sufrientes y retorcidos me sobrecogen un poco, pero me gusta sus figuras tan escultóricas y su paleta de color. Siempre he pensado que su museo de Cáceres no está muy valorado, como la colección de Helga de Alvear que a penas se visitan los cacereños (y sin embargo veo a Cáceres volcado con la Virgen de la Montaña continuamente visitada y obsequiada con ofrendas).
    Guayasamín fue un humanista que se preocupó por la dignidad y el sufrimiento de los hombres y a ello dedicó gran parte de su obra. Gracias por acordaros de mi.
    La laguna Cuicocha es preciosa, un escenario digno de una escena de esas superproducciones que atrapan la atención de nuestros alumnos.

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  4. Ahhh,! ¿En Bolivia, te volverás a hacer la foto con la "serpientita"?

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  5. María Jesús, no pienso pisar Bolivia ni tocar ninguna serpiente por muy selva que sea la selva donde me encuentre. Por cierto, es una anaconda, pero atontada por el guía para que pudiéramos tocarla.
    En cuanto a Guayasamín, ha sido precioso reencontrarnos con él y con su obra tan lejos de Cáceres. Te mandaré dos fotos de textos suyos que me ayudaron a entenderlo mejor. Habrías disfrutado como una enana viendo el vídeo sobre el proceso de composición del retrato de Paco de Lucía. Impresionante. Y la idea de hacer una capilla dedicada al Hombre, y no a ningún dios, me sobrecoge. Pudimos ver algo de su última etapa: de la inocencia a la ternura. Tiene un cuadro de una pareja abrazada que me encanta, pero toda la serie es mucho más dulce. Parece ser que en sus últimos días le acompañó un sentimiento de esperanza en el amor y en el ser humano. Gracias por ser una seguidora tan fiel. Un abrazo.

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  6. Así me gusta, que vayáis informando con todo detalle para que seáis mi guía en un viaje futuro a Ecuador. Os seguiré atentamente por las Galápagos...

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  7. Muy bonitas las fotos de la laguna volcánica, y también las de las personas... siempre interesantes.
    Disfrutad mucho de las Galápagos.
    Abrazos.

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  8. Gracias, Nines y Pedro. La gente dice que en Galápagos la conexión es pésima, así es que a ver cómo vamos dando noticias. Antes o después las tendréis. Por lo pronto, en la siguiente entrada tendréis ya como anticipo unas fotos de iguanas en Guayaquil. Un anticipo de las iguanas marinas que esperamos ver en esas mágicas islas. Un abrazo, compañeros. Julio.

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  9. Chicos que bonito ese paisaje desde el volcán, es alucinante... y los mercados, que cantidad y variedad de animales. Aquí las mujeres van con sombrero, diferente a lo visto en Guate o México. Es estupendo que sigáis viajando para hacerlo también nosotras a través de este magnifico bloc.
    Un montón de besos

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  10. Gracias, Juana. Hasta hoy no hemos tenido buena conexión para contestar a los comentarios. La verdad es que el paisaje de Ecuador es increíble. Mira que en Antigua vimos volcanes, pero los de aquí se ven desde muy cerca e impresionan mucho. Y es verdad que el aspecto de las mujeres indígenas es muy particular. Un abrazo grande. También para Amalia.

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