domingo, 24 de julio de 2016

Yucatán Maya: Chichén Itzá, Uxmal, Cobá y Ek' Balam.

Sin duda, una de las principales razones para visitar Yucatán es su gran legado Maya. Pero es imposible visitar la mayoría de sus yacimientos arqueológicos, por falta de tiempo, por la dificultad del transporte... En este segundo viaje por estas tierras hemos repetido los dos más populares e imprescindibles, Chichén Itzá y Uxmal, y hemos incorporado dos nuevos para nosotros, Cobá y Ek' Balam. Chichén es fácil visitarlo tanto desde Valladolid, como si se va camino de Mérida. Lo que ya no resulta fácil es verlo libre de turistas y de vendedores, así como tampoco es posible ya acceder al interior de los edificios. Aunque se haya visitado antes sigue impresionando como la primera vez. Su pirámide-calendario o el edificio de las monjas o su enorme juego de pelota son inigualables. También lo son las ristras de vendedores ambulantes que ocupan cada centímetro de la acera de las sendas por las que circulan los turistas intentando venderte siempre los mismos zarrios. Un verdadero rastro. Pero también una verdadera maravilla de la arquitectura Maya. 
De la misma categoría podemos considerar Uxmal, que se puede visitar en transporte público desde Mérida. La visión de la pirámide del adivino, nada más entrar en el recinto, es majestuosa, como lo son la multitud de adornos, estucos y filigranas estilo puuc que ornamentan las fachadas de sus edificios. Dos aspectos, además, a su favor: la falta de turismo masivo y por, consiguiente, de vendedores de recuerdos. Una visita imprescindible y muy gratificante, pues los edificios se ven a dos palmos y es posible acercarse a las ruinas y contemplar muy de cerca sus exquisitos motivos ornamentales.
A Cobá fuimos desde Tulum, también en transporte público. No es tan majestuosa como las anteriores, pero como comienzo no está nada mal. Tiene un enclave precioso, con ruinas poco restauradas, salvo un observatorio y una pirámide desde cuya cima se contempla un mar de jungla verde rozando con el horizonte. Esta fue la primera pirámide que subimos y nos dejó ya las piernas destrozadas para unos cuantos días. Y Ek' Balam destaca fundamentalmente porque es la única que conserva en su acrópolis unos motivos ornamentales en estuco que son únicos: figuras humanas aladas que deben de representar a chamanes o curanderos..., enmarcando un trono que sale de la boca enorme de un jaguar. En fin, es difícil describirlo con palabras. 
Ruinas de una civilización que dejó huella de su esplendor en enormes edificios que hoy tienen además un halo mágico por su excepcional ubicación, en medio de la selva. Parece ser que muchas de estas ciudades ya habían sido abandonadas cuando llegaron los españoles, aunque los mayas seguían visitándolas para celebrar rituales sagrados. No nos extraña que los españoles se quedaran apabullados cuando las vieran. Son, realmente, un tesoro de la humanidad. 









2 comentarios:

  1. ¡Qué maravilla! Espero poder visitarlo algún día.

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  2. Claro que sí, Mari Luz. Es precioso y a los niños les encanta por la historia, las leyendas, los ritos, lo desconocido... Un besazo.

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