Qué ganas tenía también de conocer Trinidad. Fue Ignacio Uzquiza, mi profe de Literatura Hispanoamericana de la carrera, quien primero me habló de ella, hace ya muchos años, recomendándome enfáticamente visitarla si viajaba a Cuba. Julio solo tenía un vago recuerdo de ella, después de tanto tiempo, pero también sabía que era de lo que más le gustó junto con la Habana.
Con Carlos e Itziar salimos de Cienfuegos el día 7 de julio en un taxi para los cuatro haciendo una parada en un sitio natural conocido como el Nicho. La gente recomienda mucho esta excursión en los foros, pero está claro que no conocen la Vera ni el Valle del Jerte, porque si no, no pagarían 10 dólares por darte un chapuzón en unas pozas a las que no tienen nada que envidiar nuestras piscinas naturales. Lo mejor, por lo tanto, la conversación con nuestros amigos y las risas y el viaje en sí mismo, pero está claro que la excursión no es imprescindible.
Trinidad no defrauda. Su casco histórico es un entramado de calles empedradas con sabor a Siglo de Oro español restaurado: caserones con rejas enormes en las ventanas, suelos de hidráulicos preciosos, fachadas de colores y música por todos lados. Hay que levantarse temprano para poder recorrerla y fotografiarla despacio, sin las legiones de turistas que llegan a partir de las once. Tiene muy cerca, además, Playa Ancon, en el litoral sur de la isla, una playa de ensueño si no tuviera medusas. Tiene narices que haya tenido que venir hasta aquí para vivir la experiencia inolvidable de que me pique una.
Y por la noche, música en vivo en las escaleras de la Casa de la Música o en la Casa de la Trova o en tantos otros sitios. Los mojitos saben aquí igual de bien que en la Bodeguita del Medio de la Habana, que ya es decir.
Y para no perder el contacto con la realidad cubana, hay que darse un paseo por el barrio de las tres cruces, a un paso del centro, donde la gente humilde de Trinidad vive una vida bastante alejada del turismo y el bullicio nocturno. Lo único que no falta aquí también es la música, pues cualquiera tiene en su casa puesto a todo volumen un disco de salsa. La música omnipresente.
Dan ganas de no marcharse de aquí.
Qué delicia de lectura....una se siente transportada, sintiendo la música y los aromas. ¡ Seguid disfrutando y compartiendo ! ������
ResponderEliminarJuani
Es una maravilla Cómo describes los lugares..tus sensaciones..los recuerdos y alusiones a vivencias anteriores...no habia leido nunca un cuaderno d viaje y desde luego este es precioso. Veo las fotografias como si hubiera estado yo alli...gracias por tus cuidados relatos,por poder compartirlos y las fotografias. un abrazo
ResponderEliminarGracias a vosotras, chicas. Nos encanta que os guste. Aquí la conexión es mala y no es fácil escribir porque lleva mucho tiempo, así es que cuando vemos que nos leéis nos alegra un montón. Besamos, Juani y Gema.
ResponderEliminar¡Qué bonito cuaderno de viaje! Sois nuestros ojos y nuestros pies. Seguid disfrutando y contándonoslo, por favor. Precioso malinche, por cierto. Un abrazo grande.
ResponderEliminarAunque ya hace ¡¡ocho años!! que estuvimos por allí, mi recuerdo de Trinidad y Cienfuegos coincide plenamente con tu bonita descripción.
ResponderEliminarAbrazos.
Después de muchos días sin WiFi, ya tenía ganas de leer un poquito de vuestro diario. Gracias porque así yo también aprendo desde la distancia. Seguiré vuestras andanzas.
ResponderEliminarGracias, amigos y amigas, por estar ahí y leernos. Es una maravilla poder compartir todo esto con vosotros. Muchos besos.
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