sábado, 1 de octubre de 2016

Islas Galápagos: Isabela 2

Es nuestro tercer día en Isabela. Por suerte, hoy hace sol desde bien temprano y es una delicia caminar hasta el Centro de cría de tortugas gigantes. El camino elevado sobre la laguna Villamil es un espectáculo de aves acuáticas: flamencos de color rosa y sepia, cigüeñuelas, patos de pico y patas color azul, pollas de agua, garzas enanas y también coloridos pinzones y lagartijas de lava. El Centro es increíble. Debe de haber aquí cientos de tortugas gigantes de las dos especies del sur de Isabela. Están perfectamente separadas por edades, desde los adultos, que pueden llegar a vivir 150 años, hasta las crías recién nacidas, que son devueltas a su medio natural a los 8 años, cuando ya pueden defenderse de los depredadores introducidos por el hombre. Se nota fácilmente la impecable gestión y el buen funcionamiento de este centro, donde hay muchos jóvenes extranjeros voluntarios ayudando en las labores de limpieza y alimentación de las tortugas, y donde ya han nacido más de 2000 crías en los años que lleva funcionando, algo muy importante si pensamos que estas especies estuvieron a punto de desaparecer por la presión humana. Nos gustó tanto que al día siguiente volvimos a visitarlo. No nos cansamos de contemplar la rara belleza de estos magníficos seres. Ejercen sobre nosotros una especie de efecto hipnótico.
Por la tarde, disfrutamos de nuestro segundo tour organizado. Esta vez visitamos la isla Tintoreras, famosa por los tiburones de aleta de punta blanca que le dan nombra y que se pueden ver fácilmente desde la superficie. Tarde dedicada por entero al mar, con una preciosa luz que nos hizo disfrutar plenamente contemplando en el agua transparente las rayas águila, los pingüinos en ejercicios de natación sincronizada, las bellísimas tortugas verdes marinas de Galápagos, que están en la lista roja de especies amenazadas, y los leones marinos que juegan sin ningún problema con los que se animan al snorkel. En el cielo, bandadas de fragatas y pelícanos que nos pasan casi rozando la cabeza, atraídos por los restos de pescado que los pescadores tiran al mar. También, los primeros piqueros enmascarados y piqueros de patas azules que vemos. Y en el suelo la lava tipo AA, que da miedo solo de verla, por los afiladísimos picos cortantes que tiene. Imposible pisarla. Volvemos al hotel encantados y con los ojos y la mente llemos de esta vida natural tan espectacular.
Nos queda un día más en Isabela y lo dedicamos a la total relajación y disfrute en la magnífica playa de Puerto Villamil, que debe de tener cerca de tres kilómetros y donde podemos seguir disfrutando de la naturaleza en estado puro. Estamos prácticamente solos todo el día. Nosotros y las iguanas. Unos impresionantes ejemplares de iguanas marinas, machos con el color acentuado por el celo, que solo se pelean de vez en cuando entre ellos, marcando su territorio pero que no tienen ningún problema en posar para nosotros una y otra vez. Nos tratan como si no existiéramos. Imposible no acordarse del fotógrafo Sebastiao Salgado y de su trabajo titulado "Génesis", así es que entre las fotos podéis ver un pequeño homenaje a este hombre tan interesante que descubrimos el año pasado gracias a la película documental "La sal de la tierra". Quien no la haya visto todavía que no se la pierda, por favor.
Y de fondo, las aves, que no paran quitas correteando por la playa: zarapitos, correlimos, ostreros, gaviotas, pelícanos, falaropos y chorlitejos. Es una playa de ensueño. Estamos tan obnubilados que, al regresar al pueblo, nos llama la atención como algo extraño el espectáculo de guiris -de los cruceros atracados en el muelle- que cenan atracándose de pescado cual pelícanos en los garitos de Puerto Villamil. Es como si aquí sobráramos los humanos.
Da pena dejar Isabela, pero mañana nos espera Santa Cruz. Seguro que también será una maravilla.










No hay comentarios:

Publicar un comentario