Por fin nos hemos enterado de cómo va el asunto de las estaciones en las islas, que a mí me trae de cabeza. Son dos: la caliente y la garúa, y van estrechamente asociadas a los vientos y a las corrientes marinas. De diciembre a mayo, soplan los vientos alisios del noreste y prevalece la corriente cálida de Panamá. El calor aumenta y las lluvias son más o menos abundantes. La temperatura media es de 25 grados. De junio a noviembre, cuando soplan los vientos alisios del sureste, predominan las corrientes de Cromwell y Ecuatorial de sur. El aire y el mar están fríos, a menudo se presenta una lluvia fina, la garúa, que da el nombra a esta estación. La temperatura media es de 22 grados. Bueno, pues el día 24 de septiembre fue un día típico de garúa. Amaneció muy nublado, con una lluvia que no era tan fina y ambiente fresco. Queríamos ir caminando a bahía Tortuga, pero nos pareció que estaba bastante desagradable y lo dejamos para la tarde. Por lo tanto, mañana de asueto para escribir y leer, aunque la conexión es malísima y no se puede trabajar en el blog. Así es que lo apunto todo bien en el cuaderno que me regalaron Ramón e Irene, tomos notas en el iPad y cuando volvamos a la civilización retomaremos el blog.
Bahía Tortuga la vemos por la tarde, pero la disfrutamos poco, la verdad, pues el sol es muy tímido y pronto se levanta el viento frío y húmedo. Con todo, es una playa preciosa, en forma de herradura, dividida en una playa brava, una delicia para los numerosos surfistas, y una playa mansa, pero mansa de verdad, como una bañera. Es extrañísimo que sean tan sumamente diferentes y que estén tan cerca. Aunque Julio me lo explica, como tantísimas otras cosas durante este viaje: se trata de una ensenada, casi no tiene salida al mar y por eso allí no se mueve nada. Entre ambas hay una entrada de mar pequeña que forma una especie de laguna donde hay numerosas tortugas verdes marinas. Es una preciosidad verlas sacar la cabeza para tomar aire, son muy bonitas y de un aspecto muy dulce. Sería un paisaje idílico si hiciera sol, lo único que bahía Tortuga tiene que envidiar en esta época alas playas del Caribe.
El 25 amaneció un poco mejor y pudimos disfrutar de la segunda excursión organizada que hicimos en Santa Cruz. Navegamos en el yate Queen Karen hasta la isla de Plazas. Para mí el mar estaba más que animadito, pero aun así pude acompañar a Julio hasta la parte más alta del yate y relajarme contemplando las fragatas que nos acompañaban volando tan cerca que parecía que iban a rozarnos. Una delicia para Julio y para la mayoría de los compañeros de la excursión. Algo absolutamente sorprendente y hermoso para mí.
Plazas es otra maravilla de isla, con un paisaje muy bonito, en el que se alternan los colores blanco y grisáceo de las rocas, el negro de los acantilados de lava y el rojo del Sesuvium, una planta crasa, muy rastrera, que cubre partes de la isla como una alfombra. No faltan las Opuntias, esos enormes cactus que en esta isla son más bajitos y rechonchos por el azote intenso del viento. Disfrutamos contemplando aves que ya habíamos visto antes, como el piquero de patas azules en bandadas o el piquero enmascarado, pero lo que más abunda es la gaviota de cola bifurcada, muchas veces en pareja o incubando o protegiendo a las crías. La verdad es que se te despiertan, quieras o no tus instintos más humanos y unas sensaciones de ternura que no son tan habituales en el día a día. Podemos ver también el rabijunco o ave tropical, que tiene una espectacular cola en vuelo, e infinidad de pufinos, que vuelan alrededor de los escarpados acantilados donde las olas azotan con violencia.
Es la primera isla donde contemplamos también una chica lo iba de lobos marinos. Ya está. De nuevo las Galápagos tienen la capacidad de hacer que te pases el día con la boca abierta, porque te parece mentira estar aquí en un mes de septiembre, delante de estos rarísimos animales que solo se ocupan de ti si invades en exceso su espacio personal, o sea, si los pisas, pero por lo demás están completamente a lo suyo, moviéndose por las rocas de lava sin ninguna dificultad y dirimiendo entre ellos sus luchas de poder y de conquista.
Pero no termina aquí la variedad de rarezas y singularidades que estamos pudiendo ver en las Galápagos, pues Plazas es de las pocas islas donde se puede contemplar la iguana híbrida, como resultado del cruce entre iguanas terrestres y marinas. No hay día, como veis, que no contemplemos algo nuevo e inusitado. Entiendo perfectamente la siguiente descripción, serena y objetiva, muy propia de un científico, que hace Darwin: "la historia natural de estas islas es sumamente curiosa y merece mucha atención. La mayor parte de los productos orgánicos son criaturas aborígenes que no se encuentran en ninguna otra parte. Se nota que hay diferencias entre los habitantes de las diferentes islas; todo muestra una marcada relación con los de América (...). Él archipiélago es un pequeño mundo en sí mismo". Un pequeño mundo, sí, pero con una gran capacidad para sacarte del tuyo.
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ResponderEliminarQueridos Julio y Coro, ha sido un placer descubrir, aunque tarde vuestra crónica de viaje por tierras iberoamericanas.
ResponderEliminar¡¡¡¡ Dios mio, que belleza de naturaleza, tenemos que cuidarla, es un monumento único y ella sólita se va desarrollando!!!!
Me encanta como estáis narrando el viaje, que mezcla de cultura,que escritura,que talento para transmitir tanta belleza, es sin duda un disfrute poder leeros y seguiros por esas tierras cuajadas de tanta historia.Seguir así. Yo os seguiré hasta el final. Gracias por vuestro esfuerzo.
Titi, qué alegría tan grande que nos escribas!
ResponderEliminarNo te preocupes, Titi, no es tarde, todavía quedan dos meses. Nos encanta saber que nos lees y nos sigues. Muchas gracias por estar ahí. El viaje está siendo una maravilla y gran parte de eso lo hace el poder compartirlo con la gente que queremos. Un abrazo muy grande de los dos.
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