Después de Cuenca, nos dirigimos hacia Vilcabamba, en el sur de Ecuador, para hacer noche y descansar antes de emprender al día siguiente el emocionante viaje del paso de la frontera con Perú. Vilcabamba es un agradable pueblecito que te devuelve la relajación y la calma de lo rural después del ajetreo de tantas ciudades. Está situado en el valle de la eterna primavera o de la longevidad, pues es famoso por su clima templado y suave y sus paisajes montañosos, pero sin la altura de Cuenca o de Quito. Por eso muchos extranjeros se han afincado aquí y han comprado propiedades. Si a eso le sumas los hippies que vienen aquí, con sus perros pertinentes, a disfrutar del ambiente distendido y amable, la verdad es que el efecto de todo esto junto es bastante curioso. Nosotros nos sumamos sin ningún problema al ritmo lento, al no hacer nada. Perfecto, porque había que recargar las pilas para los días siguientes.
El día 5 cogimos a las seis de la mañana el autobús que venía de Loja hasta Zumba, muy cerca ya de la frontera con Perú, que está en La Balsa. Esta frontera entre los dos países es de las más remotas y menos transitadas, pues la carretera está asfaltada solo en algunos tramos y la mayor parte del camino es por una pista que con frecuencia se corta por los derrumbes de tierra y piedras. A cambio, es tranquila, los funcionarios de ambas fronteras son amables y ofrece unos paisajes de montaña realmente espectaculares. Así es que, si se dispone de tiempo y se viaja cuando aún no ha comenzado la temporada de lluvias, creo que es la más bonita y recomendable para pasar de Ecuador a Perú. Además, el viaje fue muy divertido pues nos juntamos en la parada de autobús de Vilcabamba ocho viajeros e hicimos juntos los trámites de la frontera, compartimos los gastos de los transportes colectivos e hicimos todo el trayecto juntos hasta San Ignacio, el primer pueblo peruano en el que hicimos noche: además de nosotros, estaban dos chicas de Granada, Cristina y Begoña, dos jovencitos hippies alemanes, una chica ecuatoriana y su perra, Tuna, que lo paso peor que nosotros con las curvas y los precipicios, la pobre.
La afinidad, supongo, hizo que las granaínas y nosotros nos quedáramos en el mismo hotel de San Ignacio, que les contáramos nuestros planes para los tres días siguientes, que estos planes les ilusionaran y que luego continuáramos juntos el viaje durante seis días. Fue uno más de los muchos bonitos regalos que nos está deparando este viaje: conocer a gente muy interesante y muy viajera, compartir experiencias, risas y temores, sentir la compañía que te puede dar alguien en principio desconocido. Así es que el día 6 los cuatro juntos emprendimos camino hacia la aldea de Cuispes, a media hora en moto carro por una pista de tierra desde Pedro Ruiz, y enclavada en lo que se conoce como ceja de selva, es decir, selva de altura o bosque nuboso.
Julio supo de Cuispes buscando información sobre la zona en los foros de viajeros de Internet. Quienes habían estado allí hablaban de una pequeña aldea de unos 700 habitantes enclavada en un bosque nuboso con varias cataratas maravillosas y que contaba con un alojamiento muy especial, la Posada de Cuispes, propiedad de un español pero a cargo de Jarvik y su familia, todos indígenas peruanos, quienes estaban intentando organizarse y auto gestionarse para desarrollar el turismo en la zona de forma sostenible. Todo esto nos sonó fenomenal y por eso decidimos pasar allí unos días en un enclave apartado de los circuitos turísticos. La experiencia ha sido fascinante. Nos alojamos en la posada, pero hay también otro alojamiento, algo más básico, el Hostal Rocío, propiedad de la familia de Porfirio, donde hemos cenado algunos días y donde hemos podido disfrutar de unas cervezas heladas tomadas en la calle, al fresco, y animadas por la interesante conversación del propietario del hostal. Queríamos que los ingresos que nosotros dejáramos en Cuispes se repartieran y que no fueran todos íntegramente a la posada. Para eso Ramiro, el encargado de la sede de la asociación el día que llegamos, nos recibió amablemente y nos informó con absoluta neutralidad acerca de donde podíamos alojarnos, donde podíamos comer y las escasas tiendas donde podíamos comprar.
La impresión más importante que nos llevamos de Cuispes ha sido la de ver en directo como una comunidad se organiza para promover su desarrollo de forma solidaria, autónoma y democrática. Los habitantes de Cuispes han creado una asociación que se llama Yaco Urco, Agua del Cerro. Tienen una pequeña caseta donde los visitantes tenemos que registrarnos y aportar 10 soles -3 dólares- a la llegada para apoyar económicamente a la comunidad. En la caseta se puede ver la pizarra donde está anotado, cada día de la semana, a quien le toca hacerse cargo de la caseta y a quien le toca ejercer de guía en el medio natural. El objetivo es que nadie se lleve más beneficios que el resto, que todos los guías sean locales y que todos colaboren por igual en el mantenimiento de la asociación y de los accesos a sus tesoros naturales. Permiten que empresas ajenas a la comunidad participen en la explotación turística de la misma siempre que dejen en ella el 20% de sus beneficios. Me parece impresionante como forma de autogestión, teniendo en cuenta que se trata de una zona de gran riqueza natural y cultual, pero muy aislada, casi dejada de la mano de dios y por completo olvidada por las institucionales gubernamentales.
El trato con la gente ha sido otra de las experiencias más gratificantes que nos ha dado Cuispes. Sus habitantes son acogedores, amables, cercanos, sencillos y por completo deseosos de que te sientas bien y te vayas feliz, como se les ve a ellos. Es increíble ver cómo se crían aquí los niños pequeños, en la placidez del medio natural, todo el día jugando en la calle con sus perros, igual de dóciles que ellos.
Jarvik es una persona muy valiosa, atesora de una manera humilde y sencilla un montón de conocimientos sobre la zona que pone a tu disposición de forma gratuita. El organiza todo lo que tú desees o necesites, pero no hay en el ningún signo de avaricia o afán de acaparar, sino que reparte el trabajo de manera que todo el mundo salga beneficiado, desde los conductores de moto carros hasta los guías para las visitas a otras zonas fuera de Cuispes. No nos extraña que sus vecinos hablen tan bien de él.
El día que dedicamos a visitar el bosque de las cataratas de Cuispes nos toco de guía Francisco, un señor de 61 años, el mayor de la zona, a quien sus vecinos llaman Don Pancho. En nuestra opinión, ha sido el mejor guía con diferencia de todos los que hemos tenido a lo largo de todos estos meses de viaje. De manera sencilla, nos brindó a los cuatro información sobre plantas, geología, historia y también sobre la situación actual y los retos que tiene planteados la comunidad. En la excursión disfrutamos muchísimo viendo las cataratas Medio Cerro y Cristal, las dos hermosisimas, antes de llegar a la catara Yumbilla, la tercera más alta del mundo, con una caída de casi 900 metros de altura, en un entorno de bosque nuboso repleto de helechos arborescentes, lianas, paredes de rocas calizas y areniscas. Las fotos no le hacen justicia a este maravilloso paisaje de selva de altura que era la primera vez que veíamos. Cristina y Julio se animaron a bajar hasta la segunda caída de la catarata Yumbilla por medio de unas cuerdas con nudos, ya que la bajada era tan empinada que no se podía hacer de otra manera, mientras Begoña y yo retornamos a la catarata Medio Cerro para esperarlos. Cuentan que la experiencia fue dura pero fascinante. Durante todo el descenso Francisco estuvo absolutamente pendiente de ellos, velando por su seguridad, y las vistas de la catarata desde allí eran espectaculares.
Hay otras excursiones estupendas que se pueden hacer desde Cuispes: visitar las cataratas Pabellón y Chinata, esta última de acceso más difícil porque el camino todavía no está hecho del todo; visitar los sarcófagos de San Jerónimo, ejemplo típico de los enterramientos de la cultura Chachapoyas... Pero como no queremos darnos más palizas de las necesarias, Dedicamos otro día a visitar la zona de la laguna Pomacochas, cuyos habitantes están empezando a organizarse también de la misma manera que en Cuispes, y la reserva natural Huembo, una de las raras zonas donde se puede observar el esquivo colibrí maravilloso o colibrí de cola de espátula. Cuando nos lo enseña David Attenborough en sus documentales se ve precioso, pero os aseguro que contemplarlo en este paraje aislado, nosotros dos como únicos espectadores, fue un verdadero lujo.
Hay vida después de Machu Pichu, como veis. Por lo tanto, Si se viaja a Perú hay que organizarlo de tal manera que se pueda visitar el norte del país y, en concreto, la aldea de Cuispes. Su bosque de cataratas se merece el esfuerzo de llegar hasta aquí. Y sus habitantes, sin duda, mucho más.
¡Precioso! Se os ve estupendos, ya veo que os cuidáis. Besos
ResponderEliminarGracias, Vega. Sí, esto es precioso. Seguro que os encantaría.Animaos para el próximo verano. Muchas gracias por echarle un rato al blog. Un abrazo para los dos.
Eliminar¡Que interesante y que bonita la selva de altura!
ResponderEliminarResulta muy curioso e interesante el sistema de autogestión de Cuispes.
Seguid disfrutando.
Abrazos
Sí, Pedro Emilio. Es muy interesante y hemos encontrado más ejemplos de comunidades pequeñas que están organizadas para su autogestión y desarrollo, al margen de las ayudas públicas, que son casi inexistentes por aquí. Esta gente es muy luchadora y ya sabéis: animaos. El norte de Perú os espera. Besos para los dos.
ResponderEliminar¡Ay Coro, que te veo seducida por Cuispes! Maravilloso ese relato, y si las fotos no alcanzan a la realidad son una bonita muestra.
ResponderEliminarEs que hemos estado genial, Chus. La gente es sencillísima y han caído unos cuantos botellines charlando al fresco con los lugareños. Por cierto, que tiene en la mano Francisco es cal hecha polvo. En la otra se le ve un poco el calero, una pequeña calabaza donde se guarda. La utilizan los hombres para ir tomándola poco a poco con las hojas de cocan que mastican. Dice Julio que es la manera de que las hojas de coca suelten el alcaloide.
ResponderEliminarEstamos ya en Pucallpa, a orillas del Ucayali. Hoy hemos visto el muelle del que partirá el Henry V y la experiencia ha sido, cuando menos impactante. Hemos subido al I, que zarpará esta noche, y toda la gente ha sido muy amable informándonos. Ya os contaremos, cuando podamos.
Abrazos y besos.
Sin habla,qué aventuras!un abrazo.
ResponderEliminarAhora que ya habéis cruzado el ecuador (chiste involuntario) de vuestro viaje y, para que cuando volváis no os sintáis extranjeros en vuestra propia tierra, os voy a hacer un resumen de lo que viene pasando en esta orilla, pero con palabras que os resulten familiares, que ya lleváis mucho tiempo fuera.
ResponderEliminarRajoy sigue hecho un galápago, huevón, casi quieto. Cuando se pone de perfil, ni lo vemos. Dicen que está ensayando para cuando sea ya, oficialmente, un jarrón chino. Borda el papel.
En el PSOE, cuando se reúne su ejecutiva, parecen un grupo de tintoreras caníbales. Al acabar todos dicen haber comido, pero todos salen con hambre.
Y los de Podemos, en un país de propietarios donde reina el IBEX 35, detallan en las redes sociales sus planes para asaltar los cielos.
En este país ya no cabe un Chachapoyas más.
Lo demás todo bien, manga corta en vísperas de los Santos, la yerba sigue amarilla y las setas ocultas, algunos encuentran empleo pero pocos un sueldo, y la cosecha de olivas, fijo que otra vez flaquea. Por todo esto, y porque al volver os atacará la melancolía, disfrutad del viaje, sin prisas.
Salud
Gracias, Lola y Jesús. Lo que nos hemos podido reír con tu comentario, Jesús. Y no sabes cómo te agradecemos esta visión tuya de la actualidad política española. Sin duda la vuelta será así menos traumática. Cuando volvamos a ver la tele, después de cinco meses sin verla, lo cual es un gran placer, veremos galápagos, tintoreras y Chachapoyas. Será como seguir viajando. Y seguro que algún jaguar también habrá por ahí, y no te digo nada de las pirañas. Yo no sé qué pintamos aquí cuando la jungla está en España. Un abrazo grande de los dos.
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